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REFLEXIONES EN UN DÍA LLUVIOSO

Cuando llueve, mi estado de ánimo cambia y progresa al ritmo que marca la lluvia caprichosa. Estoy acostumbrada a la lluvia y me encanta, especialmente durante las noches, mientras estoy metida en la cama con Rubio quedándome profundamente dormida; pero hay momentos en los que mi estado de ánimo es realmente penoso y la lluvia sólo interviene para deteriorarlo.

Y es entonces cuando me doy cuenta de que llevo demasiado tiempo observando a través de la ventana en silencio, con la mirada perdida mientras la espesa bruma desciende montaña abajo. Entonces meneo la cabeza de un lado a otro, reprendiéndome y obligándome a regresar al mundo real mientras me aparto de la ventana.

La infertilidad ha aportado a mi vida un auténtico carrusel de emociones que todavía no he aprendido a controlar del todo, a pesar de que lo intento con todas mis fuerzas. Últimamente me ha dado por pensar en Rubio, en cómo se esfuerza por arrancarme una sonrisa siempre que puede, en cómo finge restarle importancia a las cosas para que yo no me preocupe más de la cuenta, en cómo se interesa por todo lo que yo hago para ayudarme y distraerme, en cómo siempre está dispuesto a unirse a mis locuras y en cómo finge que no sufre para que yo no sufra más. Y entonces pienso en las veces que he llorado a lágrima viva abrazada a él, maldiciendo nuestra mala suerte y preguntándole una y otra vez por qué nos tenía que pasar esto. Él se limita a abrazarme con más fuerza, reprime sus lágrimas todo lo posible y limpia las mías mientras me repite una y otra vez que las cosas acabarán saliendo bien, que muy pronto estaremos con nuestro bebé.

Siento en el alma si lo he hecho cargar con demasiado peso debido a mis múltiples bajones desde que entramos en el mundo de la reproducción asistida, siento de todo corazón no haber limpiado sus lágrimas más a menudo y acostumbrarme a que él limpie las mías. A veces hecho la vista atrás y me doy cuenta de todo el camino que hemos recorrido para encontrarnos en el punto en el que estamos ahora, de lo mucho que hemos superado, de los obstáculos que hemos salvado, de lo mucho que hemos luchado. Y sé que no estaríamos en este punto si Rubio no hubiese tirado de mí en múltiples ocasiones, si él no hubiese sido el fuerte de los dos, el que es capaz de soportar más peso a su espalda.

Y de la misma forma que sé todas estas cosas, también sé que últimamente está dolido, tal vez enfadado con el mundo, como lo he estado yo tantas veces a lo largo de este camino. Dolido porque nuestro sueño de ser padres se nos resiste, dolido porque todo el mundo a nuestro alrededor lo consigue sin problemas, dolido porque nos ha tocado vivir esto y no una situación más sencilla y fácil de llevar. Y supongo que también está cansado de ser fuerte y no flaquear nunca, de no venirse abajo para que yo no me caiga con él. Y entonces le miro y esos ojos de color miel plagados de pestañas infinitas me dicen que lo intentará de mil y una maneras hasta lograrlo, que lo imposible sólo tarda un poco más y que si las cosas no han salido bien es porque todavía no ha llegado nuestro final feliz, pero llegará. Y yo creo a sus ojos, siempre sinceros y brillantes, y le creo a él, siempre dispuesto a luchar un poquito más.

La infertilidad nos quita muchas cosas, pero también nos enseña a valorar más a las personas que tenemos a nuestro lado y con las que hemos decidido compartir nuestras vidas. Cuando veo a Rubio interesándose por todo lo que me han dicho en la consulta, pidiéndome que no me deje ningún detalle atrás, pidiéndome que le explique otra vez los pasos a seguir de la FIV, preguntándome por mis chicas de la #infertilpandy o haciendo horas extra para que no nos falte de nada y poder pagar el tratamiento sin morirnos ahogados a final de mes…, siento que no podría haber encontrado a una persona mejor con la que compartir mi vida, porque él nunca defrauda y siempre me empuja a continuar.

Odio la infertilidad con toda mi alma, de todo corazón daría todo lo que tengo por cambiar nuestra situación y no tener problemas para tener hijos, pero lamentándome no encontraré soluciones. Quiero creer que cuando mi sueño se haga realidad, apreciaré la maternidad de otra forma y me sentiré profundamente orgullosa de todo el camino que hemos recorrido para tener a ese bebé a nuestro lado.

Ahora que estamos a punto de finalizar el año, que sólo un mes y unos días nos separan de un 2015 lleno de ilusiones y esperanzas, hago balance de este año y me doy cuenta de que, a pesar de que he vivido unos momentos horribles con mis dos IAs negativas y los quistes residuales que no me dejaban en paz, o el mal rato que me han hecho pasar algunas personas con sus comentarios acerca de porqué todavía no tengo hijos, a pesar de todo eso he crecido y mejorado como persona, me he vuelto mucho más selectiva con la gente que me rodea y he aprendido a valorar muchísimo más lo que tengo.

Tengo unos Super Papás geniales que me apoyan en este camino. Tengo al hombre de mi vida a mi lado, demostrándome cada día que el amor todo lo cura. Tengo una familia estupenda, que siempre está dispuesta a acompañarme a todas mis consultas en la clínica. Tengo un apoyo incondicional gracias a la #infertilpandy, las únicas que no me han hecho sentir sola en este camino. Y tengo muchas ganas de luchar por mis sueños, de verlos cumplidos y que crezcan a mi lado.

Hoy este post también está dedicado a vuestros chicos o maridos… porque ellos se lo merecen todo y más. Por todas las veces que han limpiado nuestras lágrimas tragándose las suyas. Sois la fuerza que nos mantiene en pie!

Y después de la lluvia incesante y agotadora, veo salir el arco iris y respiro profundamente, cogiendo fuerzas para un nuevo asalto.

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SIGO REFLEXIONANDO

En mi última entrada, os hablaba de los sentimientos que he experimentado como infértil a lo largo de todo este camino que todavía no se ha acabado. Esta vez me gustaría hablaros de un sentimiento extraño, confuso, un sentimiento que me ha hecho sentir como una persona horrible en más de una ocasión.

El dolor que sientes por dentro cuando te enteras de un embarazo de una persona muy cercana. Algo se te desgarra por dentro, tienes ganas de llorar de rabia, pero sonríes y actúas lo mejor que puedes. Ese sentimiento me ha hecho sentir una mala persona, alguien despreciable, y me ha costado muchísimo aceptarlo y comprender qué estaba pasando en mi cabeza.

Hace unas semanas me enteré de que un amigo íntimo sería papá en diciembre. Y hace tan solo unos días, me envió las ecografías de su bebé. Y algo se me rompió por dentro. Un dolor profundo, una presión en el pecho imposible de ignorar, una angustia que no supe controlar. ¿Cómo explicar que me alegro por él pero una parte de mí se siente dolida con la noticia? ¿Cómo explicar que me encantaría estar en su lugar, ser yo la que enviara las ecografías de mi bebé, que lo daría todo por cambiarme por él? ¿Cómo explicar que yo lo intento con todas mis fuerzas y no puedo tenerlo? ¿Cómo explicar que mi mayor sueño es ser mamá y que apenas rozo ese deseo con los dedos? ¿Cómo explicar que no me alegro tanto como a él le gustaría? ¿Cómo explicar todos esos sentimientos locos y contradictorios que pululan por mi mente levantándome dolor de cabeza? ¿Cómo explicar el viaje que he emprendido sin saber cómo acabará? ¿Cómo explicar…? Y es entonces cuando pienso si algún día lo conseguiré. Si todo este dolor y esfuerzo valdrán la pena. Si esta historia tendrá un final feliz para mí.

Demasiadas preguntas. Demasiados sentimientos. Demasiado todo. Cuando vi aquellas dos ecografías por primera vez, un cosquilleo extraño recorrió mi estómago. Ese bebé, esa preciosa forma en la oscuridad de la pantalla, es todo cuanto yo deseo. Pero no puedo. No puedo y eso me destroza por dentro. Me quedé demasiado tiempo viendo aquellas fotos, dolida de que algo tan sencillo para los demás, a mí me esté costando tanto. Porque esa preciosa forma en la oscuridad de la pantalla sería mi felicidad más absoluta. Y aunque quiero, aunque lo deseo con toda mi alma, parece que eso no es suficiente.

Supongo que da igual todas las veces que repita que deseo ser mamá. Supongo que resulta indiferente saber que me muero por crear vida en mi interior. Todo eso da igual porque, por ahora, mi sueño no va a cumplirse. Pero es así. Es una realidad. Un deseo profundo en el interior de mi alma. Quiero ser mamá! Quiero ilusionarme con mi primera ecografía, quiero sentir a mi bebé dentro de mí mientras me patea las costillas, quiero preparar con amor y mimo sus cosas, quiero sentirme abrumada por los sentimientos tan fuertes que me hará sentir incluso antes de conocerlo. Quiero que me cambie la vida, que inunde mi casa de risas, que haga sentir plena mi alma.

Y me duele, me duele tantísimo que todo sea tan complicado. Bebé, mamá no dejará de buscarte nunca, aunque le fallen las fuerzas. A mamá le gustaría ser más fuerte, no dejarse llevar tanto por las emociones, pero no puede. Ha llorado mucho por no haberte podido conocer todavía, quizás demasiado. Pero, créeme, mamá sabe que todas sus lágrimas algún día serán recompensadas. Porque cuando te tenga entre sus brazos, bebé, el alma de mamá se llenará de luz. Una luz que sólo proyectarás tú.

Mamá te quiere con todo su corazón; algún día podrá demostrártelo con achuchones y abrazos a todas horas. Ese día, mi Pequeña Canica, sabrás lo que es el amor incondicional de mamá! Pero nunca olvides que ya te quiere como si ya estuvieses aquí. Le pareces absolutamente perfecto incluso antes de conocerte! Son cosas de mamis, algún día lo comprenderás.

La infertilidad te hace experimentar emociones que creías no tener. Sentir un extraño dolor cuando te enteras de un embarazo muy cercano es uno de los nuevos sentimientos que yo he experimentado, y de los que más me desagradan. No me malinterpretéis, me alegro muchísimo por mi amigo, pero me duele que las cosas no sean tan sencillas para mí. A veces, fingir que estás bien y sonreír cuando te desmoronas por dentro es demasiado difícil.

Esta entrada he querido completarla con una canción que hoy en día me provoca un nudo en la garganta cada vez que la escucho. A pesar de no pertenecer a mi estilo de música, me ha maravillado tanto que no podía darle de lado mientras os abría mi corazón contándoos todo lo que he experimentado desde hace unos días. Esta canción tiene un significado especial para mí porque cada vez que cojo el tren para ir a la clínica, la escucho en alguna parte del camino. Cada vez que tengo cita en La fábrica de sueños, suena esta canción. Ya sea en el coche de camino a la estación, o en la radio de algún coche que pasa cerca de mí por la calle o en la cafetería en la que paro a tomar el desayuno.

Y cada vez que la escucho, se me pone un nudo en la garganta imposible de tragar. La letra es preciosa, transmite mucho sentimiento con cada una de sus palabras. Cuando la escuché por primera vez, fue Rubio quien vino de repente a mi mente. Porque todo de mí ama todo lo de él. Porque sin él este viaje incierto no tendría sentido. Porque él siempre me da todo de él sin esperar nada a cambio, me impulsa a continuar porque sabe que la recompensa valdrá mucho la pena. Porque él es mi principio, pero sobre todo mi final.

Mi vida, si algún día lees esto, sólo quiero agradecerte todo lo que me das cada día. Serás un padre increíble!

Y a ti, mi bebé, no dejes de esperarme porque muy pronto te encontraré. Ten fe, mamá es muy cabezota cuando se lo propone!

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19 junio, 2014 · 19:07

COSAS QUE HACER PARA DISTRAERTE

Ayer, primero de Mayo, además de ser festivo fue un día de flojera total y absoluta, un día en el que dormir hasta tarde estaba permitido y vaguear sin hacer nada estaba más que justificado. Rubio y yo nos levantamos tarde, dormimos como dos niños pequeños hasta que la pereza de estar tirados en la cama nos hizo abrir las ventanas y subir las persianas para disfrutar del magnífico día que teníamos en Galicia, también conocida como «El Reino de las Lluvias Perpetuas». Los últimos días había regresado el mal tiempo, como ya es costumbre, y el cielo encapotado y gris parecía que no quería abandonarnos. Había estado lloviendo también, lo que es un auténtico engorro si tienes en casa a tres peluditos que se pasan por el forro la climatología y sólo buscan salir a pasear como caballos desbocados.

Así que Rubio y yo nos levantamos, desayunamos y salimos a pasear con nuestros peludetes, que disfrutaron como enanos con el buen tiempo y el calorcito agradable que se había instalado en Mi Rincón Favorito. Grandullón Amoroso se lo pasó en grande tirándose por la hierba y corriendo detrás de los pajaritos, mientras que Saltarín Inquieto lo investigaba todo a su alrededor, hiperactivo como siempre. Muñequita Linda es la más tranquila y caminaba despacito a mi lado, observándolo todo con sus grandes ojos curiosos de color miel.

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Más tarde, asistimos a un torneo de fútbol en el que participaban los más peques de mi familia y nos llevamos a nuestros «tres hijos con patas» para que no se quedasen solos en casa. Grandullón Amoroso estuvo tentado en más de un millón de ocasiones de saltar al campo para atrapar los balones, así que Rubio tuvo que atarlo con la correa para que se quedase a nuestro lado. De haber podido, nuestro Grandullón habría saltado al campo para echarse unas carreras con los peques y de paso robarles la pelota! Jajaja Grandullón Amoroso adora jugar!

Fue una mañana fantástica en la que nos divertimos muchísimo y estuvimos entretenidos en cada momento. Comimos con Super Mamá y Super Papá, que se interesaron por nuestros avances en la S.S., y más tarde, llegó todo EL MUNDO: Tía Favorita con mi tío y sus dos hijos, Tío Manitas con mi tía y sus dos peques, Abuela Dulce y Abuelo Tierno y, por supuesto, nuestra pequeña familia de peludetes, a los que se sumó Pequeño Fanfarrón y Gran Ladrador, los perrillos de Tío Manitas y Tía Favorita respectivamente. En mi familia, el amor por el animales se ha heredado de generación en generación, así que cuando nos juntamos, no nos olvidamos de ellos y siempre los hacemos participes de cada celebración o quedada dominguera.

Nos lo pasamos en grande. Rubio jugó al fútbol con los peques de la casa, Super Papá se tumbó en la hamaca mientras Grandullón Amoroso intentaba subirse también y los demás montamos un despliegue en el jardín digno de una boda con mesas, sillas y todo tipo de guarradas para picar. (¡A la porra la comida sana!) 

Y, después, salimos todos a pasear con nuestros amores peludos. Hacía una tarde fantástica, ¿verdad?

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Me encanta la naturaleza y siempre que salgo me llevo la cámara para fotografiar cada instante. Adoro la primavera por todo lo que aporta visualmente, el color variadísimo de las flores que inunda los campos y las ramas de los árboles mientras la vida revolotea a mi alrededor. Todas las fotos que subo a mi blog, están sacadas por mí. Espero que os gusten!

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Dentro del mundo de la infertilidad, distraerte y mantener la cabeza ocupada es una de las cosas más importantes y que más te ayudarán a sobrellevar el camino. Yo intento distraerme paseando, leyendo, enganchándome a nuevas series, escribiendo y pasando mucho tiempo con mis amigos, con los que las horas parecen minutos y siempre disfruto de su compañía. Y si tienes el apoyo de tu familia, mejor que mejor!! Por suerte, Rubio y yo contamos con el apoyo incondicional de mi Super Familia y nunca me cansaré de agradecerles todo lo que hacen por nosotros.

Estos últimos días han transcurrido muy deprisa. El seminograma que nos pedía la S.S. lo dejamos listo esta misma semana, al igual que mi analítica de la progesterona en el día 23 de mi ciclo. Ahora, tengo que llamar para ver los resultados y ver cuál es el siguiente paso que nos piden.

Por nuestra parte, Rubio y yo estamos un tanto indecisos. Tenemos tantas ganas de empezar que nos gustaría llamar a la clínica privada y decirles que cuenten con nosotros para YA MISMO. Pero las prisas no son buenas consejeras y por mucho que empieces antes un tratamiento, no significa que acabará mejor. ¿Qué hacer? Todavía no lo tenemos decidido del todo.

Dudas, dudas y más dudas…. ¿Alguien dijo que esto sería fácil?

Os dejo una última foto, una de la que más me gustan del día de ayer. Aquí estamos Rubio y yo pidiendo que nuestro deseo se haga realidad. Bonita, ¿verdad? Ojalá fuera tan fácil como eso!

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Soplando para que Canica se decida a aparecer. Te esperamos, cielo. Papá y mamá te buscan incansablemente.

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DOMINGO BAÑADO EN CHOCOLATE

Cuando era niña, me encantaba Pascua. Estaba deseando con todas mis fuerzas que llegara el domingo para que mis padrinos me hicieran una visitilla y me trajeran mi pascua: una rosca enooooorme y un detallito bonito, como un muñeca, o un peluche… A medida que pasaban los años, los detalles se transformaron en un valioso billete cuidadosamente doblado que escondían en el paquete de la rosca. Cuando no eres más que una cría de quince años, cincuenta euros parecían toda una fortuna! jajaja

Ahora, las tornas han cambiado. Ahora soy yo la que tiene que ejercer de Madrina. Rubio y yo somos padrinos de un preciosísimo bebé de dieciséis meses, una monada de cabellos rubios y sonrisa eterna, que reparte abrazos y besos por doquier. Este año, Rubio y yo quisimos hacerle algo especial. En su primera Pascua, no era más que un bebé de cuatro meses, así que nos decantamos por comprarle ropita y un peluche gigantesco. Ahora, que comienza a entender las cosas, que todo le llama la atención, que ha descubierto el sabor increíble del chocolate, las cosas han cambiado y quisimos que disfrutara su regalo con toda la emoción que puede transmitir un bebé de dieciséis meses.

Esto es lo que le he hemos regalado. Es bonito, ¿verdad?

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Se trata de un huevo de chocolate que lleva escrito su nombre con chocolate blanco, una galletita con forma de conejito riquíiiiiiiisima y un sinnúmero de chucherías y chocolatinas en el interior del huevo. Además, le compramos un juego de bolos con el que puedo aseguraros que disfrutó toda la tarde sin agotarse. Los padres de Ahijado Sonriente, Rubio y yo nos pusimos las botas a base de bien zampándonos el huevo de chocolate y, más tarde, nos lo pasamos en grande jugando con Ahijado Sonriente a su nuevo juego de bolos, que disfrutó muchísimo mientras se reía sin parar cada vez que tirábamos los bolos con la pelotita.

Ha sido una tarde genial. El día no acompañaba demasiado, amaneció lluvioso y con el cielo encapotado, pero ver reír a Ahijado Sonriente mientras se manchaba toda la cara de chocolate no tiene precio.

Rubio y yo lo queremos muchísimo. Ese niño es un amor y le encanta pasar tiempo con nosotros. Lo llevamos a pasear, al parque, de compras, a la piscina… y nos alegra el día, haciéndonos sentir que con alguien como él nos sentiríamos absolutamente completos. Cuando se queda con nosotros, es el amo y señor de nuestra casa. Sus juguetes están por todas partes! A Grandullón Amoroso le encanta jugar con él y Saltarín Inquieto y Muñequita Linda se deshacen en mimos hacia él. Cada vez que los veo jugar a todos juntos, siento que eso es justo lo que quiero.

Mi pequeña Canica jugando con mis peludetes.

Hoy ha sido un día estupendo. No me ha quedado tiempo para pensar que tengo que llamar a la clínica para llevarle los resultados de la histerosalpingografía y mis analíticas hormonales. No quiero pensar demasiado, pero sólo espero que todo esté bien.

Para distraernos, Rubio y yo nos hemos ido a pasar unos días fuera, aprovechando el puente de la Semana Santa. No hemos salido de nuestra comunidad, nos hemos movido por las provincias de nuestro alrededor y nos lo hemos pasado genial. Galicia tiene paisajes y rincones realmente maravillosos.

Feliz domingo, gente!

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¿SEÑALES?

Esta mañana, a las 9:30h, me encontraba yo haciendo cola en la enfermería del hospital para realizarme mis análisis hormonales (otra vez!). Le pedí a mi madre que me acompañara porque yo he desarrollado una fobia increíble a las agujas y suelo marearme después de la extracción de sangre. Como siempre, Super Mamá me acompañó y más tarde nos fuimos a desayunar, donde poco después apareció Super Papá para preguntarme qué tal había ido todo. Desayunamos los tres entre cafés con leche, bollos y zumos de naranja, hablando con total naturalidad de mi infertilidad y del tratamiento que estamos a punto de comenzar Rubio y yo.

Siempre me he sentido muy cómoda con mis Super Papás. Son dos personas increíbles que siempre han apoyado cada decisión que he tomado en la vida, sin entrometerse, sin imponer, sin juzgar; sólo opinando con buenas palabras y nada más. Con ellos, siempre he podido hablar de cualquier cosa, en mi casa no había temas «tabús». Cualquier pregunta, cualquier duda, era tratada con total naturalidad y sin prejuicios. «No juzgues aunque exista razón para hacerlo», siempre dice Super Mamá.

Cuando les expliqué mis temores y mis miedos acerca de la búsqueda de Canica después de un año de constantes negativos, ellos me miraron fijamente, transmitiéndome su incondicional amor paternal, y me dijeron: «Todo saldrá bien». Tres simples palabras pero que significaban tanto pronunciadas por sus bocas… Super Mamá me abrazó y ahí se quedó, en silencio, reconfortándome con esos abrazos que tanto sigo necesitando, esos abrazos que me transportan a mi niñez cuando me raspaba las rodillas y Super Mamá me abrazaba y todos mis males desaparecían.

Desde el principio, nos han apoyado a Rubio y a mí de un modo tan incondicional, que a veces me quedo sin respiración. Con ellos, podemos hablar con total naturalidad de nuestros miedos, de nuestras dudas, del proceso y de las pruebas, del tratamiento a seguir. De absolutamente todo. Porque ellos siempre escuchan. Ellos siempre están.

Canica, ¡sonríe! Aquí tienes unos abuelos que ya te quieren incluso antes de conocerte. Vas a hacerles tan felices…

Ni todas las palabras del mundo serían suficientes para agradecerles a Super Papás todo lo que hacen por mí. Algún día espero poder ser la mitad de maravillosa que ellos en esa increíble faceta.

Después de desayunar, Super Mamá se fue a trabajar y Super Papá y yo dimos un paseo por el centro de la ciudad. Hicimos unos cuantos recados, hablamos, nos fuimos a la compra y regresamos a casa entre risas y confidencias. Mientras paseábamos por la calle, un pequeño objeto plateado llamó mi atención. Los rayos del Sol lo hacían brillar entre los pasos de la gente y me acerqué a mirar.

Y esto es lo que me encontré!

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En ciertas culturas, los elefantes son un símbolo de buena suerte. Así que no me lo pensé dos veces, lo recogí y lo añadí a mi llavero del coche.

Podría ser una señal, ¿verdad? De que nuestra suerte puede cambiar. De que las cosas no serán tan difíciles para Rubio y para mí. Cuánto deseo que eso sea cierto!!

Rubio siempre dice que la suerte se busca, que no viene dada por defecto para nadie. Y nosotros estamos buscando nuestra suerte, luchando cada día para tener a Canica entre nuestros brazos. Ay, mi Bebé hermoso, no puedes imaginarte cuánto te querremos!  

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DÍAS GRISES

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Fuera, las nubes grises cubren casi por completo los rayos apagados del astro rey. Llueve con fuerza, la lluvia impacta contra las ventanas rompiendo el silencio de mi habitación. Hace frío y viento. Las ramas de los árboles del jardín bailan al son caprichoso que impone la gélida brisa.

Estos últimos días no han sido días fáciles. Me siento cansada, harta de todo y de todos, enfadada con el mundo, dolida con mi cuerpo caprichoso que ha decidido jugar su propia partida sin tenerme en cuenta. Apenas me reconozco y eso me duele. Me duele profundamente. ¿Dónde está aquella chica sonriente que siempre hacía reír a los demás? ¿Dónde se esconde aquella chica llena de chispa y despreocupada, la que siempre estaba dispuesta a ayudar a los de su alrededor? ¿A dónde se ha ido esa chica cariñosa y divertida, la que nunca faltaba en una buena reunión de amigos y divertía a todo el mundo? Esa chica está cansada. Cansada de fingir que todo va bien mientras todo se desmorona por dentro. Cansada de luchar, de sacar fuerzas de donde no las hay. Cansada de los negativos. Cansada del dolor. A esa chica la infertilidad le ha cambiado la vida. Esa chica necesita, por primera vez, que la ayuden a ella. Que alguien comprenda su dolor y su desánimo, que alguien intente ponerse en su lugar. Necesita, más que nunca, sentirse comprendida y querida.

Me gustaría que todo esto no me afectara. Me gustaría ser más fuerte. Pero no puedo. Son demasiadas preocupaciones, demasiados problemas, demasiado… Todo. Agradecería que los demás se pusiesen en mi lugar más a menudo. Yo siempre lo he hecho, siempre he intentado ponerme en el lugar del otro para sentir lo que él siente. Eso me ha ahorrado muchas discusiones con Rubio. Esto no es una obsesión, no es un capricho, no es tan fácil como relajarse y dejar que la naturaleza intervenga. No, señores. Las cosas no son tan fáciles. Los primeros meses, fui la persona más despreocupada del mundo, ni siquiera me dolían los negativos. Y ni siquiera esa despreocupación consiguió que mi pequeña Canica fuese parte de mí.

Ay, Canica, ¿por qué nos lo pones tan difícil? Papá y mamá intentan ser fuertes por ti, te buscamos incansablemente… Y parece que eso no es suficiente.

Estoy harta de las lágrimas y del dolor que siento en el corazón cada vez que alguna vecina o amiga me pregunta «¿Y tú para cuándo?». Me gustaría gritar tantas cosas que me quedo muda de la impresión.

Después de salir de nuestra consulta en Fertilidad, mi mente comenzó a dar muchas vueltas, a barajar diversas opciones, a pensar demasiado. Recuerdo perfectamente la frase de la ginecóloga que provocó que me preocupara tanto: «Uy, esta FSH está un pelín alta. No todos los tratamientos son válidos si la FSH no es correcta. Puede darte problemas». 

Y comencé a buscar información. Internet es un gran aliado en esto, pero también un verdugo. No toda la información que aparece en San Google es buena ni correcta. Esa dichosa hormonita, la FSH, no es otra cosa que un indicativo de nuestra reserva ovárica y la calidad de nuestros óvulos y, al parecer, la mía está un pelín por encima del límite.

¿Qué hacer? La verdad es que me encuentro un poco perdida. La ginecóloga de la Seguridad Social me asustó bastante, para qué mentir. Me hizo ver que mi FSH es muy elevada (está por encima de 10 y parece ser que eso es demasiado) y que las opciones y las alternativas no son demasiadas. En cambio, en la clínica privada, no nos lo han pintado de un modo tan fatalista. Rubio y yo estamos muy perdidos. No sabemos qué hacer, a quién creer, de quién fiarnos, en quién confiar. En unos días me haré un segundo análisis hormonal para volver a echarle un ojo a la FSH, la LH, el Estradiol y la Progesterona. Y una vez tengamos los resultados, decidiremos qué hacer.

Rubio quiere luchar. Quiere tirar hacia adelante. No quiere detenerse, no ahora que estamos en mitad del camino. Pero a mí me asaltan muchas dudas. Si mi reserva ovárica es mala, ¿qué opciones me quedan? Una IA queda totalmente descartada y probablemente una FIV también. He leído que muchas de las mujeres a las que se le ha diagnosticado una FSH elevada han tenido que recurrir a la ovodonación. No quiero adelantarme a los hechos, no quiero ponerme en lo peor, pero a veces es lo mejor para que la caída sea menos dolorosa. De todas formas, si la ovodonación fuese nuestra única opción, nos iríamos de cabeza a ella.

No necesito un clon de mí, sólo quiero ser mamá, quiero sentir a Canica dentro de mí. No me importa que genéticamente no se parezca a mí, eso es lo menos importante.

Rubio no quiere que yo piense en esas cosas. Él no es tan tremendista y fatalista como yo. Él quiere pensar que algo bueno nos está esperando a la vuelta de la esquina. Él quiere creer que el destino nos deparará un final feliz. Si no podemos ir a IA, la FIV será nuestro próximo destino.

Ay, Rubio, cuánto me duele no poder cumplir tu sueño. Cuánto me duele no poder hacerte padre. Veo la tristeza en tus ojos y tu dolor me desgarra por dentro y duele como mil demonios. Eres una persona increíble, la persona más increíble que he conocido jamás y serás un padrazo, estoy segura. Canica estará orgulloso del papá genial que tendrá, el que hará posible que nuestro sueño se cumpla, el que no se rinde jamás, el que tira de mí y de él con todas sus fuerzas.

Estos días son difíciles y lo seguirán siendo hasta que los resultados no lleguen a mis manos. Y cuando así sea, resolveremos todas nuestras dudas.

Después de este largo camino, después de las lágrimas y los malos momentos, cuando te tenga entre mis brazos, mi hermoso bebé, imagina cuánto te querré.    

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