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COLORES Y PEGATINAS

Hace unas semanas, víctima de un momento un poquitín malo después de mi segundo negativo, una idea diferente comenzó a arañar en mi interior para abrirse paso hasta mi cabeza. Tenía que ponerme manos a la obra, hacer cualquier cosa que me hiciese sentir útil en la búsqueda (un tanto infructuosa) de mi bebé. Necesitaba sentir que, aunque no estaba en mi mano obligar a que los tratamientos funcionasen, podía involucrarme en otro proyecto que me acercase más a ese chiquitín travieso que todavía no he conseguido convencer de que se quede con nosotros.

Así que pensé en diseñar, pintar y escribir un libro con historias, poesías, dibujos, pegatinas, fotos y frases que me han servido de ánimo para que, algún día, comprenda lo muchísimo que lo queríamos sus papás incluso antes de conocerlo y lo mucho que luchamos para tenerlo con nosotros. Sé que puedo darme el batacazo del siglo si las cosas no salen como yo espero, pero al menos siento que formo parte de algo, que contribuyo (mínimamente y con lápices de colores) con esta lucha tan agotadora.

He comprado un cuaderno con hojas lisas en el que poder pintar y colorear a mi gusto, colocando pegatinas por aquí y por allá, volcando toda mi ilusión y mi cariño en cada trazada.

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Buscando en Google, encontré numerosas frases bonitas y positivas, así que no me costó mucho esfuerzo repetirlas en la hoja de papel mientras miraba la pantalla del ordenador con el fin de que me quedase lo más parecido posible.

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Como veis, el mérito no es mío; busco frases y dibujitos, y después los reproduzco en el papel para que queden lo más bonitos posibles. No es un cuaderno indicado precisamente para un bebé, no podría comprender el significado de todo esto; pero sí que me gustaría mostrárselo cuando sea un poquitín más mayorcit@ y que así se haga una idea de lo mucho que significaba para nosotros cuando ni siquiera estaba dentro de mí.

En el fondo, es un proyecto más bien terapéutico, indicado especialmente para mí. Un lugar en el que volcar todas mis ilusiones, mis esperanzas, mis sueños y mis deseos más anhelados. Un lugar en el que ser yo, en el que sentirme libre entre lápices de colores y pegatinas para niños.

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Duerme, de Mägo de Oz, una de las canciones que 

estoy deseando cantarte para que te duermas, mi cielo.

Es un poco chapucero porque está hecho a mano y el resultado no es siempre el que a mí me gustaría, pero a Rubio le encanta y está hecho con mucho cariño. Cuando me pongo a pintar y colorear, o a escribir la letra de una canción que le cantaría para que se durmiese, consigo olvidarme de todo por un momento.

Y esto es a lo que me estoy dedicando para sobrellevar las esperas lo mejor posible. La ilusión mueve montañas, ¿sabéis? Y la sola idea de imaginarme mostrándole este cuaderno a mi futuro bebé me devuelve la ilusión que había desaparecido en cierta medida después del segundo negativo. Así que, por ahora, seguiré llenando el librito de páginas repletas de color, dibujos, palabras y, sobre todo, mucho amor.

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Besazos y achuches para todas las que me leéis y mis chicas de Twitter, que siempre tienen palabras de ánimo para mí 🙂 Sin vuestro apoyo, todo sería mucho más difícil. Sois las mejores!

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Y LLEGÓ EL GRAN DÍA

Y por fin llegó el gran día. El día que tanto habíamos esperado Rubio y yo. El día en el que daríamos un gran paso hacia nuestra Pequeña Canica. El día en el que nos permitiríamos soñar sin miedo, imaginándonos un final feliz para nuestra historia.

La noche anterior, los nervios me jugaron una mala pasada y consiguieron desvelarme hasta cerca de las dos de la madrugada. Por suerte para mí, algunas de las chicas de la #infertilpandy continuaban despiertas y consiguieron entretenerme y distraerme, además de echarme unas risas con ellas, pasando un buen rato. Finalmente, el cansancio ganó la batalla al nerviosismo y me quedé profundamente dormida.

Cuando me desperté a la mañana siguiente, descorrí las cortinas, subí la persiana y abrí la ventana para disfrutar del aire fresco. Estaba lloviendo, no demasiado para lo que estamos acostumbrados en nuestra tierra, pero sí lo suficiente como para obligarme a llevar puesta una chaqueta para resguardarme del frío y unas botas para mantener los pies calientes (lo reconozco: soy de esas personas que tienen el termómetro corporal incorporado a los pies. Si los tengo fríos, me muero de frío!).

Rubio acudió a la clínica dos horas antes que yo para dejar su muestra y, por desgracia, no pudo acompañarme más tarde para realizarme la IA porque una llamada de última hora de su trabajo modificó inoportunamente nuestros planes. He de reconocer que me hubiese encantado vivir ese momento juntos, pero en su lugar, Super Mamá realizó las labores de fiel acompañante a las mil maravillas.

Me duché y desayuné con calma y tranquilidad, y una vez que estuve lista, Super Mamá y yo nos marchamos cargadas de emociones y miedos que brotaban a flor de piel. Cuando llegamos a la clínica, la amable recepcionista se dirigió hacia mí y me dijo que «mi chico había dejado algo para mí». La miré confundida, sin saber a qué se refería. ¿Que Rubio había dejado algo para mí? ¿De qué podía tratarse?

La recepcionista me entregó un MP4 con una sonrisita tímida en el rostro. El MP4 de Rubio, podría reconocerlo en cualquier parte. «Tu chico me ha dado unas instrucciones para que escuches algo», me dijo. De verdad, mi cara seguía siendo un poema. No entendía nada. Ella cogió el MP4, lo encendió y seleccionó una canción. «Es para ti», dijo para finalizar. Me puse los auriculares, le di al play y escuché, cargada de curiosidad.

Y entonces se me encogió el corazón. Y las lágrimas comenzaron a brotar. Y mi alma se llenó de una ternura absoluta por ese hombre que siempre antepone mi felicidad a la suya, haciéndose el fuerte continuamente y tirando de mí cuando me quedo sin fuerzas. Podría reconocer esa canción en cualquier parte del mundo. Podría cantarla de principio a fin y no me equivocaría en ninguna palabra. Esas primeras notas de piano me erizaron la piel y provocaron la primera lágrima. Y mientras me dirigía a la sala de espera con los auriculares puestos, John Legend me susurraba su preciosa canción «All of me» en mis oídos, provocando unos lagrimones imposibles de detener. Para mí, esa canción tiene mucho significado. Tanto, que a veces me resulta imposible explicarlo con palabras. Es una emoción inmensa la que recorre mi cuerpo cuando escucho sus primeras notas. Se me encoge el corazón, revolotean mariposas en mi estómago, se me eriza la piel. Y si tiene tanto significado para mí es porque cada vez que voy a la clínica, la escucho en alguna parte del camino. No ha habido una sola ocasión en la que haya ido a la clínica y no me haya coincidido escucharla en alguna parte: ya sea en una cafetería mientras desayuno, o en un coche con las ventanillas bajadas que pasa por mi lado, esa canción siempre llega a mis oídos.

Cuando la enfermera pronunció mi nombre, me temblaron las rodillas. Me llevaron a una habitación, me desnudé de cintura para abajo y me subieron a una camilla. Todo fue muy rápido, más de lo que yo me imaginaba, pero antes de que introdujeran la cánula en mi interior, pude contemplar emocionada ese tubito de plástico que contenía todos mis sueños y esperanzas; mi deseo de ser madre retenido en una cánula que muy pronto desapareció bajo la sábana que cubría mis piernas. Y no pude evitar emocionarme. Porque mi bebé, mi Pequeña Canica, podría aparecer muy pronto en mi vida si todo saliese bien. Porque los pinchazos, las lágrimas o los malos momentos, podrían valer la pena si todo acabase como Rubio y yo deseamos. Pero si no fuera así, si en quince días recibo un negativo como respuesta, lo seguiré intentando, porque sé que Rubio y yo seremos padres. Ya sea en esta ocasión o en otra, lo conseguiremos, y muy pronto tendremos a nuestro bebé en brazos.

Porque todo este camino merecerá la pena cuando veamos su carita por primera vez, cuando conozcamos el amor más incondicional y puro de todos y nos enamoremos tan perdidamente de nuestra Canica que nos preguntaremos cómo hemos podido vivir sin esa personita tan especial durante todo este tiempo.

Las instrucciones tras la IA son las siguientes: un óvulo vía vaginal de progesterona (Utrogestan) cada noche hasta el día de la prueba de embarazo y un comprimido de FEMASVIT al día. La beta es el cuatro de agosto, así que hasta entonces seré un auténtico manojo de nervios, miedos y esperanzas. Cruzad los dedos por mí!!

Me quedo con un breve texto que una de las chicas retuiteó a la #infertilpandy:

Las personas más bellas con las que me he encontrado son aquellas que han conocido la derrota, conocido el sufrimiento, conocido la lucha, conocido la pérdida, y han encontrado su forma de salir de las profundidades. Estas personas tienen una apreciación, una sensibilidad y una comprensión de la vida que los llena de compasión, humildad y una profunda inquietud amorosa. La gente bella no surge de la nada. -Elisabeth Kubler-Ross

there is always

«Nunca te rindas. Siempre hay esperanza». 

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COSAS DE [SOP]ERAS

«Pelos por aquí, pelos por allá, 

crecen cada día y ¡en mucha cantidad! 

Soy un oso panda a medio depilar,

¡me desespero cuando mis pelitos vuelven a brotar!»

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Jajaja, pensaréis que me he vuelto loca, ¿verdad? Bueno, después de este breve momento poético, voy a confesaros algo que creo que todavía no había dicho en ninguna de mis entradas: tengo SOP (Síndrome del Ovario Poliquístico) y, por lo tanto, el tema de los pelitos y las depilaciones están al orden del día en mi vida.

El SOP es un trastorno que afecta a un 5 ó 10% de las mujeres, causando síntomas tales como: períodos menstruales irregulares, hirsutismo (crecimiento excesivo de vello en la cara, el abdomen, el pecho, etc), sobrepeso, infertilidad (no en todos los casos), acné, dificultad para ovular con normalidad… Bien, esto dicho en palabras técnicas y profesionales. En palabras de una SOPera: es una mierda como una casa de grande, una gran jodienda que te obliga a estar equipada con bandas depilatorias en cantidades industriales. En mi caso, sólo me falta un cinturón de herramientas que colgarme a la cintura y sería como el Inspector Gadget pero con pinzas de depilar, bandas de cera fría, crema decolorante y crema hidratante. Tengo todo un arsenal desplegado en el baño, dejándole apenas sitio a Rubio para sus cosas. 
No hace mucho que descubrí que yo también sufría los efectos del SOP. La verdad es que notaba que algo pasaba con mi cuerpo, algo estaba cambiando para peor y no dejaba de engordar. Cuando fui a la Seguridad Social, no le dieron importancia. Ni a la desconocida causa de mi sobrepeso ni a la ausencia de mi regla, que llevaba cinco meses sin aparecer. Deambulé de consulta en consulta, pero ninguno de los doctores y ginecólogos que me trataron me dieron ninguna solución. Yo incluso les decía que me estaba saliendo vello en donde antes no tenía (como en el mentón, por ejemplo) y que estaba engordando demasiado sin causa aparente, cuando siempre había sido una chica delgadita. 
Recuerdo que una de las ginecólogas me aseguró que todos mis problemas estaban causados por haber dejado la píldora (la tomaba desde los diecisiete años), y que todo ese desbarajuste muy pronto se solucionaría por sí solo. No sucedió, obviamente. Finalmente, encontré consuelo y ayuda en el mejor ginecólogo que he conocido a lo largo de toda mi vida. Un hombre preocupado y súper atento que sólo busca encontrar la solución de los problemas de sus pacientes. Su consulta es privada, y aunque tengo que dejarme algunos billetes cada vez que voy a verlo, salgo de allí tan tranquila y con mis dudas tan aclaradas que el desembolso económico vale la pena. Fue él quien me habló del SOP, de los síntomas y de las consecuencias; me explicó que el vello tan molesto que me estaba creciendo así como mi sobrepeso y mis ciclos tan irregulares estaban íntimamente relacionados y que, a pesar de que el SOP no tiene cura, sí hay tratamientos para combatirlo que son muy efectivos. Me habló de dietas, de ejercicios y, sobre todo, de paciencia y perseverancia. 
Para combatir el sobrepeso, practico deporte cuatro o cinco días a la semana. Nada del otro mundo, simplemente caminar o correr. Al principio, me agotaba en seguida y tenía que parar porque mi cuerpo no estaba acostumbrado, pero después de un tiempo, me he amoldado rápidamente a mi cinta de correr. Intento caminar cada día cinco kilómetros, que aunque no es mucho, la verdad es que me está ayudando bastante a perder volumen y algunos kilos. Por ahora, sólo he conseguido adelgazar cinco kilos (no llevo mucho tiempo con esta pauta de ejercicio diario) y aunque el volumen que he perdido se nota bastante, todavía me queda mucho por hacer. A veces me resulta desesperante ver cómo la báscula no se mueve a pesar del esfuerzo que hago caminado y controlando mi comida.
A veces me apetece abandonar. Comer lo que me dé la gana. Tirarme en el sofá y no hacer nada. A veces me siento fea y gorda y mi autoestima cae por los suelos cada vez que los dichosos pelitos asoman. Pero, ¿sabéis que hago para animarme? He encontrado un método más que interesante para levantar el ánimo. 
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Escribo ideas positivas en Post It que pego en la pared junto a mi cinta de correr. Cuando estoy caminado y me apetece mandarlo todo a la mierda, me paro a leer esos mensajes y continúo caminado. 
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Parece una tontería, pero la verdad es que ayudan bastante! Los leo y entonces recuerdo por qué estoy haciendo esto, por qué me estoy esforzando tanto y comienzo a caminar más y más deprisa. También cuento con el apoyo de Rubio y eso es algo que nunca me cansaré de agradecerle. Los domingos, cuando hace bueno, nos vamos a montar en bici, disfrutando de la naturaleza y el aire libre y, entonces, los malos pensamientos desaparecen por completo. A veces dejamos las bicis aparcadas y damos largos paseos con nuestros peludos, que son unos excelentes acompañantes y entrenadores! Nunca se agotan, siempre quieren jugar, correr, que les lances la pelota, que corras tras ellos… He de confesar que Grandullón Amoroso, Saltarín Inquieto y Muñequita Linda participan activamente en mi idea de bajar peso y me ayudan muchísimo. Y qué decir de Rubio… Él siempre está ahí. Dispuesto a ayudar. Dispuesto a animar. Dispuesto a cualquier cosa que sea buena para mí, para los dos. Si él no fuera tan perseverante, yo habría abandonado hacía mucho tiempo.
He acabado por tomármelo como parte de mi día a día, así que me enfundo en mi chándal, cojo mi botellín de agua, me pongo los cascos, enciendo la cinta y… a MOVERSE! Esto es lo que veo cada día que lucho por mi sueño, cada día que deseo que aparezcas. Lo hago por ti, Canica. Te espero impaciente, Mi Cielo.
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Siento la mala calidad de la foto!! La saqué con prisas y no me di cuenta de que había salido un pelín borrosa. Pero bueno, más o menos se entiende, ¿no? 
Estos mensajes me animan a continuar. Algunos de los que más me gustan son los siguientes: 
«Si dejas salir todos tus miedos, tendrás más espacio para vivir todos tus sueños».
«Un solo pensamientos positivo por la mañana puede cambiar todo tu día».
«La vida es como un espejo: te sonríe si la miras sonriendo».
«Borrón y sonrisa nueva. De eso se trata, ¿verdad?». 
 A Rubio le ha parecido una fantástica idea. Le encanta nuestro Muro de los Pensamientos Bonitos. Así lo ha bautizado él! Y a mí me encanta que le encante, jajaja 
Con todo esto sólo quiero deciros que, por muy mal que vayan las cosas, por muy mal que penséis que os está saliendo todo, no dejéis de luchar y seguir adelante. Días malos los tenemos todas, hay días que parece que caes en un agujero profundo y oscuro, pero creedme, siempre habrá alguien que os tenderá la mano para salir de ahí. Porque estoy segura de que todo llega para el que sabe esperar. Y porque nos lo merecemos, qué leches!
Yo he aprendido a ser más paciente, a afrontar los contratiempos con buena cara, a continuar el camino a pesar de que el final todavía está lejano… Desde este mundo virtual, este proyecto frustrado de mamá soñadora y esperanzada, os envía toneladas y toneladas de fuerzas y esperanzas para todas.   

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QUE SEA POSIBLE

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No necesito que sea fácil, sólo que sea posible.

¿Cuántas veces habéis tenido ese tipo de pensamientos? Muchas, ¿verdad? Incluso más de las que os gustaría. Eso mismo se me pasó por la cabeza esta mañana mientras salía de mi consulta de Fertilidad. No estoy pidiendo que sea un camino de rosas, fácil y edulcorado; tan sólo deseo que todo valga la pena. Que este sueño sea posible y no sólo eso, un sueño. Un deseo en la mente de Rubio y mía, una idea que apenas rozamos con los dedos.

¿Cuántas veces habéis sentido que alguien/algo ha decidido elegir por vosotras? ¿Cuántas veces habéis pensado que alguien/algo os ha arrebatado una parte de vuestra propia naturaleza? Un ente cósmico o sobrenatural que nos ha señalado con el dedo y ha decidido que para nosotras no será fácil, que convertirnos en mamás sin dificultades será algo desconocido para nosotras.

Nadie debería sufrir por no poder ser madre. Nadie.

Todas deberíamos poder vivir esa experiencia. Sentir una pequeña vida crecer en nuestro interior, ver cómo nuestra barriga comienza a taparnos los pies, ilusionarnos con cada prenda de ropita que escojamos para nuestro bebé. A mí me gustaría vivir todo eso. Pero al parecer, el destino/karma, llamémoslo como queráis, ha decidido que mi camino es más largo, y también más agotador.

A veces he pensado que he tenido que hacer algo horrible en otra vida para que lo esté pagando en ésta. ¿Por qué se me niega un sentimiento innato en la mujer, un deseo inexplicable de crear vida a través de mi cuerpo? Y cuando te das cuenta de que tus deseos no serán algo inmediato sino todo lo contrario, es cuando empiezas a observar con otros ojos lo que ocurre a tu alrededor. Fulanita se ha quedado en el primer mes de búsqueda y te lo cuenta como si fuera el mayor logro de su vida. Menganita ya va por el segundo cuando Hermano Mayor todavía utiliza su cochecito para sacarlo a pasear. Periquita la de los Palotes se quedó sin proponérselo, de hecho, no entraba en sus planes.

Y, entonces, empiezas a pensar que algo pasa contigo. Porque por mucho que lo intentas, por mucho que lo deseas, por mucho que te mueres por ser mamá, no lo consigues. Se te ha negado ese derecho. Al menos, el derecho de conseguirlo despreocupadamente. Y empieza tu andadura en las consultas del hospital, haciéndote pruebas y más pruebas, buscas información en Internet, te conviertes en una experta en el tema, descubres palabras y términos que ni sabías que existían. Y si tienes suerte como yo, conocerás a mujeres increíbles que pasan por tu misma situación. En mi caso, gracias a un foro de Internet, he tenido el privilegio de emprender mi viaje en la infertilidad de la mano de auténticas luchadoras, auténticas desconocidas que en muy poco tiempo se han convertido en una parte fundamental de mi vida. Desconozco sus verdaderos nombres, todas nos escondemos bajo niks que nos camuflan, pero conozco sus historias personales y sufro y río con ellas como si fueran mis más íntimas amigas. Ellas han aportado serenidad a mi vida y, sobre todo, mucha experiencia. Soy la yogurina del grupo y todas me tratan como si fuera su hermana pequeña. Siempre tienen buenas palabras para mí. Se preocupan y me apoyan tan ciegamente y con tanta intensidad que no puedo dejar de sentirme afortunada por haberlas encontrado.

La infertilidad te quita muchas cosas, pero consigues otras distintas y más valiosas. Amigas cibernéticas en la distancia que se convierten en piezas básicas de tu día y día. Fortaleza, para afrontar los acontecimientos y los hechos inesperados en esta búsqueda. Valor, para soportarlo todo con una sonrisa en la cara. Agradecimiento, algo que no te cansarás de obtener a lo largo de todo este camino. Agradecimiento por tener una familia que te apoya, un marido increíble que hará lo imposible por hacerte feliz, amigas que de verdad te comprenden.

No todo es blanco o negro, todo depende del matiz.

Esta mañana, después de salir de mi consulta en Fertilidad un tanto desanimadilla, fui a visitar a una amiga que acaba de dar a luz. De todos los temas que ella podría haber sacado para hablar, el que yo todavía no sea madre no era el más adecuado en aquellos momentos. «Con lo que a ti te gustan los niños, no entiendo por qué todavía no te animas. Mírame a mí, estoy que no me lo creo».

¿Y qué haces en ese momento? Sonríes, mientes y cambias de tema. No todas mis amigas saben lo de mi búsqueda, eso es algo que sólo se merecen saber las más íntimas, las que nunca me juzgan, las que siempre apoyan. A amigas como ésta que no tienen ni idea de nada hay que ponerles buena cara, darles una excusa más o menos convincente y cambiar de tema rápidamente, no vaya a ser que quiera que le explique por qué todavía no es el momento para tener bebés!

Lo dicho: No necesito que sea fácil, sólo que sea posible. Sé que en algún lugar me estás esperando, mi pequeña Canica, y cuando nos conozcamos al fin, imagina cuánto te querré.

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